sábado, 19 de mayo de 2007

La soledad tiene rostro

.... Inmediatamente después realiza, entre 2004 y 2005, las series Rain y Hope. Éstas muestran una madurez de nuevo cuño en su obra, tanto en el estilo formal como en los temas que aborda. Se trata de dos trabajos absolutamente relacionados, que forman en la práctica una unidad, y que agrupan dos tipos de fotografías: una serie de escenas más o menos cotidianas, protagonizadas por personajes corrientes, situadas en un tiempo que remite vagamente a los años sesenta, en las que el tiempo y la acción aparecen detenidos; y un conjunto de retratos de los personajes que aparecen en esas mismas escenas.
La atmósfera es introspectiva, habla de soledades e incomunicaciones, de pasividad e impotencia, de tiempo de espera. Los protagonistas de estas historias incompletas no mantienen ninguna relación entre ellos, están aislados o encerrados en sí mismos. No parecen esperar nada extraordinario, quizá otro momento exactamente igual al que acaban de vivir. La aparente estabilidad y felicidad que describe su entorno, o su propia pasividad, parecen ocultar un murmullo interior que habla de vidas solitarias, previsibles, o acaso de callada desesperación y desencanto. No hay expectativas, tan sólo una especie de serenidad pasiva, de tiempo detenido en interiores fríos, pálidos y depurados. Como señala el propio Olaf, “es cada uno quien tiene un muro invisible construido alrededor suyo, bien sea autoconstruido o impuesto por la sociedad”.
(Extracto de La soledad tiene rostro)

No hay comentarios: